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jueves, 7 de enero de 2010

La Poesía sucediendo

LA POESÍA SUCEDIENDO
La Poesía aquí, en la rosa más leve de mis sueños de arena, en los ojos del niño que deambula en las calles,
en la quietud del lago que me va recordando los increíbles peces de un espejo sonoro.
Aquí, en la boca desnuda del que lo dice todo,
en el punto que une el círculo y la recta para que se desdiga la ecuación de sus números hueros.
La Poesía aquí, en la felpa y el miedo, en el corsé infinito de la propia censura, desmantelada, sí, desgajada del árbol, huyendo de las ratas, del mendigo, del cuajo de mis ojos, de sus ritos de menta, del poeta y demiurgo de ranas hechizadas, de tigres desdentados, de putas sollozando, de barcos sin sentido en un puerto vacío.
La Poesía aquí, en el pubis de escarcha de la mujer violada, en el cura que baja hasta la misma sombra y muerde el campanario de su sexo apagado.
La Poesía aquí, en la rosa demente, cuando se desmorona el mundo, sus harapos,
los labios temblorosos del cómplice de turno y el político fuga de sus propia palabra.
La Poesía aquí, en la punta del pie, en las uñas pintadas de la mujer que amo,
su cuerpo en mis dedos como una flor de nieve, el perfume del viento que cruza sus cabellos y que llena de soles los bordes de mi almohada.
La Poesía entre mis huesos de amor trastabillando.
La Poesía aquí, entre nosotros, en el rostro polvoso de la trampa,
en la niña que duerme sus juguetes de plástico, en la tierra que estrangula sus rituales de lluvia y estaquea su corazón como a un cuero reseco
y Cristo se desgarre a orillas del crepúsculo si no siento que cuando pasa el otro,
soy yo el que está pasando
La Poesía aquí, desnuda o desnudándose, mostrándonos el sexo para que se escandalice la página literaria que merodea su censura infinita, porque si digo puta o mierda o puñalada, causa más impresión que si dijera hambre, pobreza, desnutrición,
extrema unción del río que va contaminado.
La Poesía entre nosotros para que siga viva, y vuele desde el cerezo hasta el agua servida, y caiga del ojo que llora una lágrima enferma,
La Poesía que abandone al poeta sin mancha, su copa de cristal sin llagas en la sombra, sin tigres en la sangre, al poeta que urde su pedestal y olvida, al otro, al diferente y porque arma un verso con levedad de olvido, siente que la palabra lo vuelve inalcanzable.
La Poesía que abandone la cátedra vacía del ritual del fonema y el desmenuzamiento de planos inclinados, de análisis sintácticos, el giro, el paradigma, y sorba el seso al Juez con sus doctrinas, y en el hombre se agriete como una flor reseca.
La Poesía entre nosotros igual que una pedrada arrojada al espejo del miedo y de la muerte,
que ronque en el ausente,
que le sueñe a la madre sus rezos en la noche,
que el travesti la bese y la posea,
que el caído la trame en su tristeza, El verso digital 2009 Varios autores
que a la niña le ronde enamorada,
que al mendigo le cruja en los zapatos.
La Poesía entre nosotros como la vida misma, buscándonos, hundiéndonos, penetrándonos, a cara descubierta, a sexo limpio, a fábrica tomada, a piedra en el escándalo, a ternura de sapo, a un tsunami de bronce, a bestia alucinada.
La Poesía aquí, entre nosotros, como un rompecabezas que armamos entre todos.
La Poesía sucediendo… porque sucede el Hombre con sus ángeles torpes, y sucede la vida y suceden los años … en Bayer y en la Glauce que agazapa sus ojos en las rejas del Bergman, en Romilio Rivero hechizando serpientes, en Vallejo y sus huéspedes secretos, en Lorca con sus toros irrumpiendo Manhattan, en Céspedes y la trama del Presidente Ahorcado, en los trenes oxidados del salar de uyumi como un museo de hierro que nos sueña soñando.
La Poesía sucediendo en la caña de azúcar, en la mujer de ojos renegridos en donde el fuego se vuele una luciérnaga.
La Poesía sucediendo en todas partes, en los ojos, los dedos, en los pocos cabellos que rondan mi cabeza, en la poca inocencia que nos queda, en la fragilidad del agua anochecida.
La Poesía sucediendo en todas partes.
Adentro
sucediendo..
Hugo Francisco Rivella (Salta, reside en Córdoba)

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