Bienvenidos a Revista Asueto, un espacio de literatura, crítica y traducción, para disfrutar de poesía contemporánea, con autores cordobeses, argentinos y de Traslasierra. Desde Villa Dolores, Córdoba, Argentina.




miércoles, 31 de marzo de 2010

Otoño

El arroyo le habla
de amor a la piedra.
El azul de la sierra que duerme
ahoga mis pasos
como un soplido de nostalgias.
Los ecos son enormes
y el llanto del viento, con sus gemidos,
me ocupan todo el cuerpo.
A paso lento adivino el sendero
que cruje ante mis pies descalzos.
Amanece.
El molle bebe el fuego de sus raíces
y los espinillos coronan el alba,
que decapita la noche.

José Luis Colombini(Villa Dolores, Córdoba)
Sábado 27 de marzo de 2010. Otro sábado en el café Amadeus. Osvaldo Guevara acaba de recibir el mono de su nuevo libro Siempre deseando verte (Selección amatoria), que edita la editorial Archipiélago de Rio Cuarto. Está estallando de alegría, lo veo en sus ojos. Comparte con nosotros ese nacimiento próximo, y el librito va de mano en mano, aunque no alcanzamos a leerlo, más que espiar algunos poemas ya conocidos como Niña Carmen, Despedidas, Náyades, etc. Es una serie de poemas que ha elegido Guevara referidos al amor, y a su matices: al desamor, a las despedidas, a los amores fugaces, a la melanciolía, a la pasión, a los amores imposibles...Esta semana estuvo Andrés Nievas por Villa Dolores, edita Textos de Cartón, está interesado en los poemas de Osvaldo Guevara para darles difusión, se lo comento. Siempre sin horarios, va llegando la gente a la mesa de Asueto. Ayer estuvo Claudio Suárez por aquí, pasó como un pájaro, y nos dejó de regalo su último libro Cenizas en la otra orilla. Jorge Vázquez Yofre y Tita Esber estuvieron en la reunión de cultura que organiza la Municipalidad de Villa Dolores por el Bicentenario, hablan de un proyecto de universidad. Esta semana pedí precio por la revista de Asueto, saldrá pronto. Se sientan los Leal a la mesa y B. Hablamos del verso libre y de poesía medida. Alejandro Nicotra está ausente hoy.

martes, 30 de marzo de 2010

A FIN DE CUENTAS,
aún no he podido arborecer,
y mi charla fue siempre un balbuceo,
ambiguo, sospechoso.

Algo les falta aún a mis sentidos
para olfatear la dicha,
la fe de los creyentes,
esa fe que resiste
la prueba irrefutable del más ronco alarido.

Aún no alcanzan mis pies para llegar
a las fronteras de ninguna parte.

Soy un hombre inconcluso,
y ya es un poco tarde para intentar de nuevo
mejorar mis reflejos,
o esperar con paciencia
el crecimiento firme de aletas y de branquias,
de ruedas vigorosas,
pues la nada me espera en cualquier sitio,
tal vez en la cocina,
tal vez mientras escribo
esta trivial noticia de mis días.

Máximo Simpson (Buenos Aires, 1927)

viernes, 26 de marzo de 2010

Estrofas de Córdoba
I
Estatua de sal en el cuarto vacío,
ahí la tienes —fija,
su claridad errante—:
desnuda musa, luna.
(La abandonada,
la desconocida.)
Cuerpo que vuelve al sitio del adiós,
nada oculta su máscara blanca;
nada, el ojo desierto.

2
Esquina,
árida arista.
Aquel animal fabuloso
que emergía, más allá de las torres,
su lomo azul...
Allí está,
exhalando las nubes de la nueva
mañana:
para otros. (Tú tienes
el traje fantasmal y los ojos
del alcohol de la noche: toda calle
es huida.)
Esquina,
la del alba, hecha trizas.

3
Las torres vuelan por el cielo a solas.
Aquí abajo,
cascadas de la luz: ¿qué gota
salpicará la mesa, tu corazón, su letra?
¿Todo es luz en la luz?
...Como una fuga
de paloma, la hora
echa en el bar, en el papel, su sombra.

Alejandro Nicotra (Villa Dolores, Córdoba)
“Desnuda musa”

miércoles, 24 de marzo de 2010

GOTÁN

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté,
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por última vez.

Juan Gelman (Buenos Aires, 1930)

martes, 23 de marzo de 2010

Un sentido homenaje al conmemorarse el 24 de marzo el dìa de la memoria. Quedan miles de preguntas por contestar, infinitas sombras, eternos enigmas, y algunas palabras.

Golpe negro


Golpe de puño, de fusil, golpe oscuro.
Golpe de sangre, de tiros.
Golpe, de resistencia, de obediencia, golpe de muerte.
Golpe de perros, golpe asesino, golpe nocturno.
Golpe de muro, golpe de rejas, golpe de silencio.
Golpe inmoral, golpe traidor, golpe dolor.
Golpe en los pies y puntapiés, golpe en las manos y de manos,
golpe en el pecho, por despecho,
golpes sentidos, de resentidos,
golpe genital, golpe mortal.
Golpe dolor, golpe a voz, de falta de voz, de tu voz,
golpe de todos.

Gabriela Bayarri (Villa Dolores, Còrdoba)

lunes, 22 de marzo de 2010

HOMBRE

De barro, bien de barro sigo siendo
Algún soplo divino tuve otrora
Pero yo soy el hombre del ahora
Aquel que a duras penas va viviendo

De todo lo que hay solo pretendo
Que me dejen la paz de mis auroras
Se pierde un paraíso y no se llora
Solo el amor y lo demás es cuento

Tuve una compañera, maravilla
Afirman que nació de mi costilla
Pero no me parece conveniente

No creo ser el rey de lo creado
Apenas soy un trazo equivocado
De un bárbaro creador incompetente.

Raúl Pignolino (Capital Federal)

jueves, 18 de marzo de 2010

Pasos

Cómo sonarán
en las baldosas
del pasillo
los pasos
del torturador
que regresa
a la celda del suplicio.

Cómo resonarán
en los huesos
del cautivo.

Del libro “Sin pena en la palabra” (2007)
Osvaldo Guevara (Villa Dolores, Córdoba)

miércoles, 17 de marzo de 2010

CEREMONIA

Desnudarte.
Quitarte con los ojos,
con sutiles, perfumadas palabras,
tu piel de corzuela que tiembla
en la espesura.

Penetrar en el coto vedado
de tus gestos
tus silencios
tus recuerdos.

Hollarte.

Respirar el aire de la inicial mañana
en que la vida urdió esta fábula
insondable y ardiente
de tu sangre.

Y allí sí, disolverse,
en el agua sagrada, en la luz, en el viento.

Carlos Garro Aguilar (El Fortín, Córdoba)
De: Fervor del día, aura de la noche.

jueves, 11 de marzo de 2010

SIESTA

SIESTA

Algo se detiene
y aumenta los espacios; se demora el pulso sobre la hora abierta.

Las profundas casas dormitan apagadas.

Cómo pensar en la muerte
A la hora de la vida.


NOCTURNO

La ciudad como un pájaro descansa en el hilo silencioso que atraviesa la noche.

El río pasa con recelo.

Carlos Gómez Chapanay(Villa Dolores, Córdoba)

miércoles, 10 de marzo de 2010

FRUTOS

FRUTOS

Estremecer la tarde,
obligarla al parto.
Herirnos sobre el borde de la noche.
Forzar el fruto,
sopesar la ausencia.
Esperar en los últimos segundos
el milagro.
Tensar la voluntad.
Nada.
Abandonarse al silencio y al fracaso.
Nadie.
Es de noche.
Un centinela ciego se despierta,
duerme ya el mendigo del silencio.

Leandro Calle (Zárate, reside en Córdoba)



10 de marzo de 2010
En la mesa de café...
Francisco López Merino y Pedro Miguel Obligado

Como todos los sábados, los integrantes del Grupo Asueto, nos reunimos en Amadeus, frente a la Plaza Mitre de Villa Dolores. A pesar del calor y la humedad, siempre es grato el encuentro con nuestros amigos embarcados en esta causa que es la poesía; y con dos grandes maestros de la literatura como lo son Alejandro Nicotra y Osvaldo Guevara, infaltables a la cita del bar. Mientras la gente pasa con sus bolsas de compras; se encuentra con amigos; conversa de las noticias del mundo o de las vidas ajenas por falta de una propia, en la mesa de Asueto se escucha la melodía de poemas recitados que la memoria de estos maestros evoca para iluminar aún más el día. Guevara refiere las palabras de Pedro Miguel Obligado, quien dijo, al producirse la muerte del poeta Francisco López Merino: “Todos tenemos una culpa de tu muerte pues te dejamos solo con tus sueños”. Nicotra contempla el cielo un instante, apenas unos segundos, tiene su pipa encendida en el único espacio que aún le queda para fumar en la ciudad, la vereda. Nos mira a los que estamos en la mesa y comienza a decir los poemas de su admirado Antonio Machado y de Pedro Miguel Obligado de memoria…(”un poeta poco valorado” desliza antes de comenzar). Los versos vienen a su mente como una música, a veces se pierde una palabra, pero él la salva rápidamente como rescatándola de un río torrentoso. Otros sonetos, en cambio son simplemente recordados, como éste de Obligado, que encontré, tras una intensa búsqueda. Se refiere este soneto al momento en que debemos dar examen, pero trasciende lo meramente académico para expresar los sentimientos humanos universales: el temor en el sueño y en la vigilia, la vida en sí misma, como una prueba.

"Siempre sueño que voy a dar examen
y se va a descubrir mi insuficiencia
que, acosado de preguntas sin clemencia,
no sabré responder cuando me llamen.

Sufro como un artista en un certamen;
como un preso que espera su sentencia;
como todos, durante su existencia,
pendientes de una prueba y un dictamen.

Quizá siento, al soñar, que está en mí mismo
la sombra de la noche circundante,
y temo cual la luz sobre un abismo.

Luego, cuando despierto, cada día
veo que sigo siendo un estudiante,
y que debo dar examen, todavía..."

Pedro Miguel Obligado (Buenos Aires, 1892 - 1967)

martes, 9 de marzo de 2010

El vaso de agua

El vaso de agua

Cuando me acuesto, desde que era niño, pongo a mi lado un vaso de agua.
A1 apagar la luz, si lo contemplo brillar en la penumbra, me imagino que el agua es otro nombre de mi madre y estoy seguro de que, ya dormido, alumbrará el acuario de mis sueños. Sombra, misterio, música nocturna que bebo a lentos sorbos o me bebe.
¿Eres tú quien me sueña en ese extraño país donde algún día nos veremos?
¿Dormir es un ensayo de la muerte?
Por las mañanas, cuando me recuerdo, muchas veces el vaso está vacío.
Y vuelvo, desganado, a la rutina
de calles y de rostros, mientras llega
1a oscuridad, el rito silencioso
de llenar nuevamente el vaso de agua para ponerlo al lado de mis sueños
y saber que allí estás, que me proteges, que hay algo puro en medio de la noche.

Antonio Requeni(Buenos Aires, 1930)

lunes, 8 de marzo de 2010

PUERTAS ADENTRO

PUERTAS ADENTRO

No se busca.
Sólo sucede el milagro del poema.

Tal vez,
inaugure olvidos.
Regreso sin huellas, callando palabras
celebradas en otros paraísos; y antes de la enmienda -puertas adentro­
cante la melodía triunfal sin versos doblegados.


María Esber (Villa Dolores, Córdoba)

domingo, 7 de marzo de 2010

Los gatos (Charles Boudelaire)

Los amantes fervorosos y los sabios austeros
gustan por igual, en su madurez,
de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.
amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,
si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.
Adoptan al soñar las nobles actitudes
de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas.

viernes, 5 de marzo de 2010

Konstantin Kavafis/ La ciudad

Dices "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.


(Traducción de José María Álvarez,
Poesías completas, Ediciones Hiperión, Madrid 1982).

miércoles, 3 de marzo de 2010

El mendigo

No había Ítaca, no la hubo.
Ninguna abandonada que tejiera y destejiera
un abrigo para su roto desamparo.
Ningún perro flaco en el umbral sperando
al que regresa inerme de tempestades y hechizos.
No había adonde volver porque no hubo adonde ir.
Ni promesas en la tierra ni en el cielo un sueño postergado.
Ni guerra ni exilio ni fatigas ni naufragios.
No hubo Ítaca, no la había.
No es Ulises el que llama
a tu puerta esta noche.

José Di Marco (Río IV, Córdoba)

lunes, 1 de marzo de 2010

Esta semana publicamos a uno de los grandes poetas contemporáneos: Rafel Felipe Oteriño, de La Plata, con una notable trayectoria en las letras. Entre los cordobeses elegimos a José Di Marco, ambos han colaboradoen la revista Asueto.

Con esta mano


Con esta mano, hecha de piel, de huesos, de repetidos naufragios,
de sospechas,
acaricié a un niño, corté unas flores, saludé, dije ?adiós?.
Levanté ciudades de hierro, de cal, de pétalos, de humo,
y habité en ellas como se habita la sombra de una estrella:
con hierro, con cal, con pétalos, con humo.
Me cubrí del sol, de la lluvia, de los malos pensamientos, de la desidia,
e inventé la mañana, y cada mañana, el sol.
Recogí una piedra, le dije: ?tú eres mi reino, mi altar, mi zafiro;
contigo yo conversaré?.
Pulsé la rama frágil de la belleza, que es verdad y sueño.
Crucé un río, avancé, me detuve, y estando colmado me sentí vacío,
y estando vacío sentí la plenitud del vacío: la copa llena.
Hice un pozo en la tierra: lo llené de imposibilidad.
Abrí cajones cubiertos de polvo, arrastré una valija, palpé en la oscuridad
una puerta que no estaba.
Dibujé una nube, la llamé: Ley, Oriente, Montaña.
Toqué un pez, toqué una rosa: eran iguales y distintos, en los dos cabía
un alma.
Me busqué en paraísos reales o soñados,
y cuando al fin me encontré, era yo el viajero y era yo el término del viaje.
Disparé un arma: la herida fue borrada por los años,
pero hay una herida que no se borró y canta muy alto en la noche.
Acaricié el lomo de un caballo, tapé el horizonte para que no hubiera
más distancia,
ni tempestad.
Y nunca dejó de ser mano: una parte de mí, la más débil,
capaz de esconder y de esconderse, de negar y de negarse;
la que habla aunque yo esté dormido,
la que nunca duerme y danza como Narciso.
Porque sus huellas están aquí y allá: en la silla, en la mesa,
en todas las puertas, en la hija donde escribo, en la piel que acaricio,
en la claridad, en la oscuridad.
Y no hay agua que borre tantas huellas,
ni noche, ni tempestad.
?Oh Dios, que haya un cielo para esta mano.
Hice innumerables viajes,
ninguno tan abrupto y largo, tan intenso,
como el que inicié con ella
quemando ramitas en el bosque.
Con esta mano, lo único que tengo.

Rafael Felipe Oteriño (La Plata, Buenos Aires)