Vino desde la noche
y se instaló en la aurora.
De su esencia de fuego
se desprendió el enigma
de las constelaciones.
Atravesó el desierto
y nos dejó una estela
de signos inconclusos
marcados en la arena.
Cayó sobre el océano
y lo tiñó de azules.
Fue marea alocada
sacudón de la atmósfera
alerta en las antenas de la sangre.
Tal vez estaba escrita su llegada
en algún viejo códice de un sueño.
Mencionaron su órbita
su desnudada chispa
la incertidumbre de su cercanía
Hablaban de un cometa.
Yo pensaba en tus ojos.
Horacio Goslino, Bahía Blanca, Buenos Aires)
Coraje y alegría: Exceso de celo
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