Bienvenidos a Revista Asueto, un espacio de literatura, crítica y traducción, para disfrutar de poesía contemporánea, con autores cordobeses, argentinos y de Traslasierra. Desde Villa Dolores, Córdoba, Argentina.




jueves, 23 de julio de 2009

Esteban Nicotra / Antes del alba y otros

El poeta Esteban Nicotra y una serie de escritos que recuerdan a desaparecidos que pasaron sus días finales en el centro de detención de “La Perla”.

Antes del alba

He sufrido.
Pero he defendido
mi alegría con franqueza
y generosidad.
No he sabido, ni querido,
medir mi vida,
ni calcular.
Estoy solo,
con mis pocos semejantes.
Bendigo mi entrega
a mi pasión
innegociable.


En el galpón

Uno al lado del otro acostados
como larvas esperando la muerte.
Las vendas inútiles
sobre los ojos que miran
hacia adentro.
El sudor de la fiebre
y el pus en las heridas.
La desgarrada sonrisa
vuelta hacia el futuro.


Hasta que resuciten

Somos los fantasmas vivientes
de aquellos muertos.
No viviremos nuestras vidas
hasta que no descansen en paz.
Sólo los olvidaremos
cuando resuciten
en cada uno de nosotros.


Esteban Nicotra (1962). Ha publicado los libros de poemas La vida que se vive (1992) y La vida que se vive (Brujas, Córdoba, 2006). En ensayo: La realidad en la palabra Escritores italianos del siglo XX y nuestros días (Brujas, 2005) y Ser el otro (Brujas, 2007). También ha traducido por primera vez al castellano, entre otros, libros de escritores italianos como Empirismo herético y Dal diario (1945-47) de Pier Paolo Pasolini, Por un segundo o un siglo de Maurizio Cucchi, Gente al paso de Tiziano Rossi (Atuel, Buenos Aires, 2002). Ha cuidado y prologado la edición de la poesía completa del poeta argentino Horacio Castillo, Por un poco más de luz Obra poética (1974-2005).

jueves, 16 de julio de 2009

Gabriela Bayarri / Litoral

Litoral

Llueve
y llevamos mojada
la mirada.
Hace días que llueve,
y parecen del color del barro
el camino, el cielo,
el río y la gente.
Llueve.
Las gotas transcurren
por la corteza
de los árboles.
Llueve,
y algo de nosotros
se va con el agua.

Alejandro Nicotra / Imagen

Imagen

Eres como la poesía
que nunca escribiré. Indecible,
te vestí, sin embargo, de palabras iguales a la noche,
puse en tu mano el anillo de un adiós.

Pero es desnuda como me acompañas.

Azimut

De mí a tí, el arco
de casi toda una existencia, lloras en sombra, horas en claro.
(Días, noches escritas:
pulso y letra.)
Ahora tu nombre se parece al de mi muerte.
Cuerpo celeste, contemplado desde un cuerpo de tierra.

Alejandro Nicotra (Sampacho, Cba., 1931). Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Detrás, las calles (Colección Adonais, Ediciones Rialp, Madrid, 1971); Puertas apagadas (La Ventana, Rosario, 1976); Lugar de reunión (Taladriz, Bs. As., 1981); El pan de las abejas y otros poemas (El imaginero, Bs. As.; 1983, Ensayo y antología de Ricardo H. Herrera); Desnuda musa (Alción Editora, Córdoba, 1988); Hogueras de San Juan (El Imaginero, Miramar, 1993); Il pane delle api e altre poesie (Centro Intemazionale della Gráfica di Venezia, 1993, traducción al italiano e introducción de Franco Avicolli); Poesía /1976-1993 (Alción Editora, Córdoba, 1994). Entre otras distinciones, Gente de Letras le otorgó, en 1991, el premio "Esteban Echeverría" por el conjunto de su obra. Es miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras.

Antonio Requeni / El vaso de agua

El vaso de agua

Cuando me acuesto, desde que era niño,
pongo a mi lado un vaso de agua.
A1 apagar la luz, si lo contemplo
brillar en la penumbra, me imagino
que el agua es otro nombre de mi madre
y estoy seguro de que, ya dormido,
alumbrará el acuario de mis sueños.
Sombra, misterio, música nocturna
que bebo a lentos sorbos o me bebe.
¿Eres tú quien me sueña en ese extraño
país donde algún día nos veremos?
¿Dormir es un ensayo de la muerte?
Por las mañanas, cuando me recuerdo,
muchas veces el vaso está vacío.
Y vuelvo, desganado, a la rutina
de calles y de rostros, mientras llega
1a oscuridad, el rito silencioso
de llenar nuevamente el vaso de agua
para ponerlo al lado de mis sueños
y saber que allí estás, que me proteges,
que hay algo puro en medio de la noche.

Osvaldo Guevara / Alas

ALAS

En la plaza con flores
mi hija agranda sus alas.

Hamacándose
casi
alcanza el azul.

Me inquieto viéndola
Remontarse o descender
como sobre una
correntada
pero pienso que un ángel infantil juega a su lado
bajo el sol matinal que esplende como un copón de eucaristía.

Y en tanto revolotea y gorjea
voy sintiéndola cada vez más a salvo de la tierra
y sus bocas siempre hambrientas.